‘Desafío Total’, crítica: no sé si borrarme la memoria

Pues eso, que no sé si autoafirmarme en que no merece la pena mantener en las placas RAM de mi sesera un ‘Desafío Total’ descafeinado como el de Len Wiseman o autoconvencerme de que algo positivo me habrá dejado en pos del entretenimiento.

Las comparaciones son odiosas, se dice, pero es que esta nueva versión pide a gritos que le echemos “odio” comparativo a la cosa. Y es que, a pesar de que se vendiera como un filme más cercano al relato original de Philip K. Dick “Podemos recordarlo todo por usted”, es un remake libre en toda regla de la versión de Paul Verhoeven de 1990, un clasicón de culto de la ciencia ficción cinematográfica.

Siendo así, y poniéndolas frente a frente, la de Wiseman es una copia aplastantemente menor de la que hizo Verhoeven.

Es evidente que el arma que utiliza Len para intentar quedarse con el público es aprovecharse de que han pasado más de 20 años de diferencia entre ambos filmes y que hoy en día los efectos visuales están a años luz de los que se  manejaban en los 90.

Aquí están muy cuidados y reconociblemente espectaculares (véase la trepidante persecución de coches flotantes, por poner un ejemplo), todos muy en favor de la historia, como debe de ser.

Aunque en ellos la inspiración ‘Star Wars’, ‘Blade Runner’, ‘Yo Robot’, ‘Matrix’, ‘El quinto elemento’ o ‘Minority Report’, por citar algunos títulos de referencia, es claramente palpable, con lo cual seguimos hablando de “copia”. Pero sin calificarla de “barata” porque en el tema CGI han echado tela de presupuesto.

Pero allí, en la historia, es donde  la noventera del holandés revuelca a la nueva.

Aquella tenía alma, y se iba engordando conforme avanzaba el metraje, haciendo dudar ciertamente al personal sobre si ese Douglas Quaid era verdaderamente él, y si lo que le estaba ocurriendo era real o no (a pesar de las limitadas cualidades interpretativas del entonces taquillero Schwarzenegger).

En la de Wiseman todo aquello se ha reducido a un rayajeo en un post-it. Encefalograma plano, que alcanza a la construcción de los personajes. Ninguna empatía con ellos. Y con agujeros de guión más grandes que la boca de un inodoro.

Y lo peor es que, la duda sobre si Quaid es realmente Quaid o es Hauser, y si lo que stá ocurriendo es cierto o no, queda en segundo plano. Lean no “engaña” tan bien como Verhoeven en ese aspecto.

La preocupación máxima aparenta haber sido la de coger las ideas básicas que planteó de partida Mr. Dick, tomar otras dos más de las que le escribieron a Verhoeven, no olvidándose de los obligados guiños al clásico para cumplir (y mejor no haber intentando cumplir. Lo de la tía de las tres domingas es un parchazo), y ponerlas con pinzas al servicio del puro show de acción con la marca de la casa Wiseman.

Lo único ciertamente “original” es el tema de la Catarata. Y es que después de una guerra química la Tierra se queda reducida a dos territorios la Unión Federal Británica y la Colonia (que en realidad sería Australia), ambos interconectados mediante túnel al que le llaman así por el cual se desplazan mediante un gran ascensor los colonos a la UFB.

Pero entonces, ¿por qué dudo, si por lo que cuento parece ser un truco?. Pues, aunque lo parezca, no lo es del todo, porque, sin comparaciones odiosas, y sin ejercitar demasiado el cerebroconsigue mantenerte ciertamente entretenido, a pesar de todos sus defectos.

Y al menos, ante la falta de carisma de Colin Farrell para llevar sobre sus hombros a un tipo como Quaid, la parienta del director, Kate Beckinsale, se gana nuestra plena atención con esa implacable e incasable Lori. Lo de Jessica Biel es lo de siempre, de florero.

Lo que sí es una película “correcalles” prescindible, un producto estándar característico del negocio actual de Hollywood. Lo que jode es que lo llamen ‘Desafío Total’ para tirar de nostalgia fan.

  • Vía póster | LaButaca.net

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