Florence Jaguey/Nicaragua/2010/91 min
Por María José Bello
Los mismos espacios retratados en su documental son ahora el escenario en el que se mueven los personajes: calles polvorientas, pequeños comercios, murales coloridos, casas precarias. La película desborda realismo y frescura por lo mismo: no hay decorados, sino que las situaciones ocurren en los ambientes reales y muchos de los actores provienen de estos sectores marginales de la ciudad, por lo que están interpretando a personajes que se asemejan a cómo viven ellos su cotidianeidad.
Florence Jaguey ha comentado en una entrevista que cuando La Yuma se estrenó en Nicaragua “hubo una identificación increíble de parte del público nicaragüense con la película, con todos los personajes, con la forma de hablar, de ser. Por fin sintieron que su propia imagen, su propia realidad, tenía suficiente valor como para estar reflejada en una pantalla grande”.
Los movimientos de cámara son sencillos, nada espectaculares, lo que está en concordancia con una estética austera. En los interiores suele haber una predominancia de planos fijos y en la calle, la cámara se desplaza un poco más, sigue a los personajes o hace movimientos panorámicos que nos revelan diferentes ambientes urbanos. La iluminación de los interiores es muy tenue y hay también en este aspecto una constante búsqueda de una representación naturalista.
Destacaría en especial la actuación de la protagonista, Alma Blanco, bailarina de profesión. La interpretación del personaje de la Yuma es su debut cinematográfico, pero esto no le ha impedido destilar seguridad y dominio escénico durante todo el metraje. Ella es ela fuerza motora de una película que sin dejar de incorporar notas de humor, retrata una cruda realidad de miseria y violencia.