Sinopsis: Han pasado ocho años desde que Batman desapareciera en la oscuridad. Pero todo cambia con la entrada en escena de Bane, un terrorista enmascarado cuyos despiadados planes para la ciudad de Gothan hacen que el Caballero Oscuro regrese de su exilio.
Crítica:
Existen dos claros síntomas que nos indican cuando un estreno cinematográfico va a ser una castaña de aúpa. Si se ha filtrado a la prensa especializada que, una vez concluido el rodaje de la película, el director ha decidido añadir algunas escenas que no se encintraban en el plan original, espérense ustedes lo peor. Algo así ocurrió con X-Men Orígenes: Lobezno (Gavin Hood, 2009) y a los aficionados aún nos entran sudores fríos cuando nos viene a la memoria de qué manera la infancia de James Howlett, posteriormente conocido como Logan o Lobezno, se resolvía en cinco minutitos al comienzo de la película. Tampoco es buena señal cuando, a medida que van transcurriendo los meses, se acumulan los rumores y patrañas (y sus posteriores desmentidos).
En el caso que nos ocupa, las primeras murmuraciones aparecieron cuando el mismísimo Miachael Caine afirmó que Johnny Depp y Philip Seymour Hoffman interpretarían a Enigma y El Pingüino. Al cabo de un tiempo, este pesado soniquete empezó a circular en otra dirección, incluyendo al psiquiatra Hugo Strange y su particular obsesión con el Hombre Murciélago. E incluso la cadena televisiva MTV (fieles a ese estilazo que les caracteriza) afirmó que el realizador inglés quería utilizar material no editado de El Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008) para incluir al Joker en la última entrega de esta irregular trilogía. Finalmente, el villano escogido para desatar el caos ha sido Bane, aunque su particular aspecto, a medio camino entre lo paramilitar y la lucha libre mejicana, no lo hacía el candidato idóneo para dar el salto de las coloristas páginas del comic a la gran pantalla.
En este sentido, y aún con el recuerdo del sonoro fiasco que representó su aparición en la nefasta Batman y Robin (Joel Schumacher, 1997), los cambios realizados en el personaje han jugado a su favor, al igual que la magnífica interpretación de Tom Hardy. Por desgracia, no se puede decir lo mismo de Christian Bale, al cual, empieza a notársele (y mucho) lo limitado de sus recursos interpretativos ( vestido de traje y corbata, el multimillonario Bruce Wayne siempre parece estar a punto de ir a devolver unos vídeos o acuchillar a un vagabundo en un callejón solitario). Michael Caine y Morgan Freeman van con el piloto automático puesto, a Anne Hathaway le queda muy bien el cuero negro (es lo mejor que se puede decir de su actuación, en serio) y Gary Oldman (un poco más desatado que en anteriores entregas) interpreta a la única persona en toda la ciudad que desconoce la identidad (¿secreta?) del enmascarado de la capa.
No obstante, el peor defecto de El Caballero Oscuro: la leyenda renace no son las interpretaciones, ni siquiera el horrible montaje (toda la acción parece transcurrir durante un único día), si no un guión pésimo y plagado de incongruencias. ¿Cómo es posible que todos los efectivos policiales de una ciudad de diez millones de habitantes se vean atrapados en las alcantarillas? ¿Pretenden hacernos creer que una persona aquejada de una gravísima lesión espinal puede recuperarse ¡colgado de una cuerda1? Hasta tal punto resulta confuso el argumento que, a la hora y tres cuartos de película, los guionistas tuvieron que echar mano del fantasma/alucinación de Ra’s al Ghul para dar respuesta a una historia que chirriaba más que una bisagra mal engrasada.
Por si fuera poco, la película transmite (así, de tapadillo) un mensaje poco adecuado para los tumultuosos tiempos que nos están tocando vivir: Puede que el neo-liberalismo económico no sea un sistema perfecto pero cualquier otra alternativa nos conduciría inexorablemente al caos y la anarquía. No quiero terminar esta crítica sin hacer referencia a la pesadísima banda sonora de Hans Zimmer (un músico muy notable, por otra parte) que suena de forma casi ininterrumpida a lo largo de toda la película
Mi consejo es que se compren ustedes los muñecos de Lego, declamen sus propios diálogos y hagan los ruiditos con la boca. Van a pasárselo muchísimo mejor y, al menos, no saldrán del cine con la sensación de haberse tragado un tostón de tres horas que no conduce a ninguna parte. De nada.
Puntos Freak:
El personaje de Batman aparece unos 20 minutos en todo el metraje.
Puntuación Bazofia :
El discursito pro-sistema da bastante asco. Ya somos mayorcitos para que pretendan asustarnos con el Hombre del Saco.
Puntuación Canalla: :
La película da comienzo con una al más puro estilo James Bond (años 70).
Puntuación Palonte :
Anne Hathaway marcando glúteos a lomos de la Bat-Moto.
Puntuación Ninja :
No todo es malo. La pelea entre el Hombre Murciélago y Bane (y su dramático desenlace) está razonablemente conseguida.